miércoles, 11 de marzo de 2009

JOSE MANUEL GARCIA CAPARROS

Hace 30 años, Andalucía se puso en pie. Por su Dignidad Nacional, por el Trabajo, por el Pan, por la Libertad, por el derecho del Pueblo Andaluz a regir sus destinos por él mismo. Y como siempre, por los Pueblos y la Humanidad.

Millones de Andaluces gritaban ese día por las calles "Andalucía Libre". Era una día de autoafirmación.

La chispa que encendió todo, un 4 de diciembre de 1977, fue la actitud tomada por el presidente de la Diputación de Málaga, Francisco Cabeza López, que se negó a que la bandera andaluza ondease junto a la nacional en la sede del organismo provincial. El edificio, en cuyo balcón ondeaba sólo la bandera nacional, estaba custodiado por efectivos antidisturbios de la Policía Armada. Los manifestantes, al pasar, pedían la dimisión del presidente y, en general, seguían su camino. Algunos, especialmente de los que venían al final de la marcha, se quedaron junto al edificio de la Diputación. Un joven escaló la fachada y colocó una bandera verdiblanca junto a la nacional. Después empezaron los enfrentamientos. Los agentes del orden cargaron contra los concentrados, que arrojaron piedras contra los ventanales del edificio. Las cargas de la Policía Armada fueron de una violencia extrema, como no se recordaba en Málaga.

Después de la manifestación, la muchedumbre empezó a dispersarse con todo orden, haciendo el camino de vuelta hacia el centro de la ciudad, pero al llegar al puente de Tetuán se encontró con que allí se estaba librando una auténtica batalla, de una dureza inigualable. Los botes de humo y las balas de goma en un principio, más tarde aparecerían las de plomo, sembraron la confusión.


Abundaron las carreras, los atropellos, las caídas al suelo de mujeres y niños.. Los manifestantes arrojaban piedras contra los policías, a un pelotón de los cuales rodeó. Este grupo de agentes, según la nota oficial del gobernador civil, hizo uso de sus armas reglamentarias y fue entonces cuando cayó sobre el pavimento, herido mortalmente, el joven de diecinueve años José Manuel García Caparrós, trabajador de una fábrica de cervezas y militante de Comisiones Obreras, que fue recogido por vanos compañeros y conducido a la residencia sanitaria de la Seguridad Social, donde ingresó cadáver.

Aún no ha sido esclarecido. Las investigaciones fueron silenciadas, los archivos prácticamente no existen a día de hoy, el asesino sigue en la calle, un asesino aún de nombre desconocido.

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