martes, 17 de marzo de 2009

ALVAREZ DE CASTRO



Mariano Álvarez de Castro, Burgo de Osma (Soria) o Granada (Granada, (1749) – Figueras (Gerona), (1810) Militar español, era el gobernador militar durante el sitio de Gerona por las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia española.

Ingresó muy joven en el ejército, y participó como oficial en el sitio de Gibraltar, en 1787. Tomó parte también en la guerra del Rosellón. En 1808, como brigadier, era gobernador militar del castillo de Montjuich de Barcelona, que se negó a entregar a los franceses cuando éstos entraron en la ciudad; sólo lo hizo, con protestas, cuando fue conminado a hacerlo por el Capitán General de Cataluña.

Huyó de la ciudad condal para unirse al ejército español cuando se inició la Guerra de Independencia. Al año siguiente fue nombrado gobernador militar de Gerona, ciudad que ya había sufrido dos asedios, sin éxito unos meses antes. A principios de mayo de 1809, los franceses empezaron a ocupar los pueblos de los alrededores. Álvarez de Castro, ante un sitio que se preveía largo y duro, preparó la ciudad para la defensa haciendo acopio de municiones y víveres. Al mes siguiente, el general Saint-Cyr, al frente de 18.000 hombres, se presentó ante los muros de Gerona, que sólo disponía de unos 5.600 soldados. Ante el inminente cerco, el gobernador publicó un breve bando: “Será pasado por las armas el que profiera la voz de capitular o de rendirse”. El general francés le envió un parlamentario indicándole que se rindiera, al que Álvarez respondió “que, no queriendo tratos con los enemigos de su patria, recibiría a cañonazos a cuantos parlamentarios le enviasen”.

El sitio de Gerona duró siete meses. En agosto, los franceses tomaron el castillo de Montjuich, la principal defensa de la ciudad, después de haber muerto las dos terceras partes de sus defensores. Álvarez de Castro no quiso claudicar; mandó construir barricadas y trincheras en el interior de la ciudad. A pesar del hambre y de las enfermedades que diezmaban la población, rechazó todas las ofertas de capitulación, hasta que en diciembre, agotado físicamente y enfermo, entregó el mando a Bolívar. Dos días después, el 10 de diciembre, la plaza capitulaba. Entre soldados y civiles, habían perecido unos 10.000 gerundenses. Los vencedores no trataron demasiado bien al defensor de Gerona. A pesar de su delicado estado de salud, lo condujeron como prisionero a Perpignan, desde donde le trasladaron al castillo de Figueras donde murió el 22 de enero de 1810.

ALVAR NUÑEZ


Álvar (o Álvaro) Núñez Cabeza de Vaca (Jerez de la Frontera, 1507 - †Sevilla, 1559). Conquistador español de familia noble, era nieto de un conquistador de Gran Canaria. Descubrió las Cataratas del Iguazú y exploró el curso del Río Paraguay.

Primer Viaje a América

Su primera aventura en "las Indias", es decir, América, transcurrió en el sur de lo que hoy son los Estados Unidos y el norte de México: alistado en la expedición de Pánfilo de Narváez a la Florida (1527), fue uno de los cuatro únicos supervivientes de los 300 hombres que naufragaron frente a las costas de Florida que, durante ocho años, vivieron entre los indios como comerciantes y curanderos.

En su mayor parte los náufragos murieron a causa de la sed o muertos por los nativos. Cabeza de Vaca permaneció cautivo de los indios Ananarivo en la costa del Golfo de México junto con los también náufragos Alonso del Castillo Maldonado, Andrés Dorantes de Carranza y Estebanico, quien fue el primer hombre nacido en África en pisar territorio de los Estados Unidos, y aunque se le describe como negro en realidad era bereber y moro.

Por sus propios medios lograron escapar y, oficiando entre los indios como curanderos y magos gracias a los conocimientos médicos de Cabeza de Vaca, se ganaron la voluntad de los nativos e hicieron varias exploraciones en busca de una ruta para regresar a la Nueva España por lo que hoy es el suroeste de Estados Unidos y norte de México. Tras deambular durante largo tiempo por la extensa zona que hoy es la frontera entre México y Estados Unidos llegaron a la zona del Río Bravo o Grande, siguiendo el curso del río encontraron tribus dedicadas a la caza del bisonte con las que convivieron. Finalmente a orillas del Río Petatlán restablecieron el contacto con un equipo de exploradores españoles en Sinaloa en 1536.


Durante aquel viaje recogió las primeras observaciones etnográficas sobre las poblaciones indígenas del golfo de México escribiendo una narración titulada Naufragios, considerada hoy la primera narración histórica sobre los Estados Unidos, fue publicada en 1542 en Zamora (España) y en 1555 en Valladolid, en la cual describe sus vivencias y las de sus tres compañeros quienes atravesaron a pie el suroeste de los Estados Unidos y norte de México.


Segundo Viaje a América

Cabeza de Vaca regresó a España en 1537 y consiguió que se le otorgara el título de Segundo Adelantado del Río de la Plata. Para hacerlo efectiva inició en 1540 su segundo viaje, que le llevó al sur del continente americano. Descubrió las Cataratas del Iguazú, exploró el curso del Río Paraguay y sometió a algunas tribus indígenas. Pero pronto entró en conflicto con los colonos españoles establecidos con anterioridad que, encabezados por Domingo Martínez de Irala, rechazaban la autoridad del gobernador y sus proyectos de organizar la colonización del territorio olvidándose de perseguir los quiméricos tesoros de los que hablaban los mitos indígenas.

Los descontentos se sublevaron en 1544 (primera revolución de los comuneros) y enviaron a Cabeza de Vaca a España acusado de abusos de poder en la represión de los disidentes (como el incendio de Asunción en 1543). El Consejo de Indias le desterró a Orán en 1545. Ocho años después fue indultado y se estableció en Sevilla como juez.

ALONSO DE OJEDA


Alonso de Ojeda (a veces Alonso de Hojeda) (Cuenca, España; c. 1468 - Santo Domingo, República Dominicana; 1515) fue un navegante, gobernador y conquistador español; recorrió las costas de Guyana, Venezuela, Trinidad y Tobago, Curaçao, Aruba y Colombia. Es famoso por haber dado el nombre Venezuela a la región que exploró en sus dos primeros viajes y por haber descubierto el lago de Maracaibo.

Perteneció a una distinguida familia de la comarca de Onia. En su juventud estuvo al servicio como paje del duque de Medinaceli y fue protegido del obispo de Burgos y posteriormente Patriarca de las Indias Juan Rodríguez de Fonseca.

En 1493, gracias a Rodríguez de Fonseca, se embarcó con Cristóbal Colón en su segundo viaje a América, llegando a la isla de La Española. En enero de 1494, Colón le encargó que buscara algunos tripulantes extraviados en el territorio de la isla. Pudo adentrarse con sólo quince hombres en la región del Cibao, donde dominaba un aguerrido cacique caribe llamado Caonabó, que era requerido por el mismo Colón; Ojeda lo venció y apresó usando unos grilletes de oro y engañando al cacique haciéndole creer que eran prendas reales.

También participó en la Batalla de la Vega Real, en la que, bajo el mando de De Ojeda, los españoles vencieron a los indígenas. Esta batalla habría enfrentado a un número de indígenas cifrado en diez mil por Fray Bartolomé de las Casas frente a tan solo alrededor de cuatrocientos españoles, si bien es muy posible que estas cifras hayan sido exageradas. Posteriormente, en 1496, regresó a España.


Primer viaje a Venezuela

De regreso a España, capituló con los Reyes Católicos sin permiso de Colón y zarpó en una expedición el 18 de mayo de 1499, en asociación con el piloto y cartógrafo Juan de la Cosa y el navegante italiano Américo Vespucio. Cabe destacar que este fue el primero de la serie de "viajes menores" o "viajes andaluces" que se realizarían hacia el Nuevo Mundo.

Recorriendo el litoral occidental de África hasta Cabo Verde, tomó el mismo rumbo que realizó Colón un año antes en el tercer viaje, pero en dirección suroeste. Sin embargo, Vespucio decidió separarse de la flota y seguir su propio rumbo más al sur, hacia Brasil. La flota de De Ojeda llegó a las bocas de los ríos Esequibo y Orinoco, así como al golfo de Paria, incluyendo las penínsulas de Paria y Araya, y a las islas de Trinidad y Margarita; posteriormente avistó Curaçao, a la cual llamó isla de los Gigantes porque creyó haber observado allí a indígenas de gran estatura; luego recorrió Aruba y Coro y también visitó la isla de Los Frailes.

También recorrió la península de Paraguaná y se adentró en un golfo al que llamó Venezuela o Pequeña Venecia, debido a que había un poblado en el fondo del golfo cuyas casas estaban construidas con troncos sobre el agua, y se asemejaba a la ciudad de Venecia; aunque otra fuente indica que los propios indígenas ya llamaban al poblado Veniçuela. Asimismo, logró ver la entrada del lago Maracaibo, a la cual llamó San Bartolomé por haberla descubierto el día 24 de agosto de 1499, día de San Bartolomé. También llegó a alcanzar el Cabo de la Vela en la península Guajira, al que llamó Coquibacoa.

Pocos días después, la expedición partió del cabo de la Vela a La Española con algunas perlas obtenidas en Paria, algo de oro y varios esclavos. La escasez de bienes y esclavos transportados resultó en un rendimiento económico escaso, pero la importancia de este viaje radica en que fue el primer recorrido detallado y total hecho por los españoles de las costas de Venezuela, debido al cual De Ojeda goza del crédito de haber reconocido por vez primera toda la costa venezolana. La expedición dio también a Juan de la Cosa la oportunidad de trazar el primer mapa conocido de la actual Venezuela, además de ser el primer viaje que hizo Vespucio al Nuevo Mundo.

Sin embargo, cuando llegó la expedición a La Española el 5 de septiembre, fue mal recibida por seguidores de Colón quienes estaban enojados porque De Ojeda no tenía derecho de explorar tierras descubiertas por Colón sin su autorización. Esto produjo reyertas y peleas entre ambos grupos, dejando algunos muertos y heridos; así tuvo que regresar a Cádiz con pocas riquezas, pero con muchos indígenas, en junio de 1500.


Segundo viaje a Venezuela

De Ojeda decidió hacer una nueva exploración y capituló nuevamente con los reyes de España el 8 de junio de 1501. Se le nombró gobernador de Coquibacoa por los resultados obtenidos en el primer viaje, y se le otorgó el derecho de fundar una colonia en ese territorio, aunque se le dio el aviso de que no visitara Paria. En esta ocasión se asoció con los mercaderes sevillanos Juan de Vergara y García de Campos, los cuales pudieron fletar cuatro carabelas.

En enero de 1502, zarpó de España e hizo el mismo recorrido que en su primer viaje. En esta ocasión pasó de largo el golfo de Paria y llegó a isla Margarita, donde intentó obtener oro y perlas de los indígenas por varios métodos. Luego recorrió las costas venezolanas desde Curiana hasta la península de Paraguaná e intentó fundar el 3 de mayo de 1502 una colonia en la península de Guajira, exactamente en Bahía Honda, a la que llamó Santa Cruz y que se convirtió en el primer poblado español en territorio venezolano.

Sin embargo, dicha colonia no prosperó luego de tres meses de fundada, debido a que De Ojeda y sus hombres comenzaron a atacar las poblaciones indígenas de los alrededores, causando una constante guerra con éstos que se sumó a los problemas personales del mismo De Ojeda con sus hombres. Así, fue en aquel momento cuando sus socios De Vergara y De Campos hicieron apresar a De Ojeda para hacerse con el poco botín recaudado y abandonaron el poblado junto con los colonos, encarcelándolo en La Española en mayo de 1502. De Ojeda estuvo preso hasta 1504, cuando fue liberado por el obispo Rodríguez de Fonseca, mediante una apelación; sin embargo tuvo que pagar una indemnización costosa que lo dejó bastante pobre.

El resultado de este segundo viaje fue un fracaso ya que no se habían descubierto tierras nuevas y no se obtuvo un gran botín de parte de los exploradores, amasado en su mayoría por Vergara y Campos, sumado a que la colonia de Santa Cruz quedó abandonada y la gobernación de Coquibacoa fue abolida.


Viaje a Nueva Andalucía

Una vez conseguida la libertad, permaneció en La Española durante cuatro años sin mucho que hacer, hasta que en 1508 se enteró de que el Rey Fernando el Católico había llamado a concurso la gobernación y colonización de Tierra Firme, y que abarcaba las tierras entre el cabo Gracias a Dios (entre Honduras y Nicaragua) y el cabo de la Vela (en Venezuela). Juan de la Cosa fue a España y se presentó en representación de De Ojeda, aunque también en dicho evento apareció Diego de Nicuesa, que rivalizaba con De Ojeda por las tierras a colonizar. Como ambos candidatos poseían buena reputación y tenían simpatías en la Corte, la Corona prefirió dividir la región en dos gobernaciones: Veragua al oeste y Nueva Andalucía al este, con límites en el Golfo de Urabá; así Ojeda recibía la gobernación de Nueva Andalucía y Nicuesa recibía Veragua. Esta capitulación fue firmada el 6 de junio de 1508.

A Santo Domingo partieron los nuevos gobernadores para formar las flotas expedicionarias. Sin embargo, existía una disparidad entre la flota de ambos, destacando que De Nicuesa poseía grandes riquezas y más crédito de parte de las autoridades coloniales, y que pudo atraer a más de 800 hombres, muchos caballos, cinco carabelas y dos bergantines; en cambio, De Ojeda sólo reunió algo más de 300 hombres, dos bergantines y dos barcos pequeños. Debido a las disputas acerca de qué lugar exacto en el golfo de Urabá sería el límite de ambas gobernaciones, el asistente de De Ojeda, Juan de la Cosa, señaló que el límite exacto sería el río Atrato, que desembocaba en dicho golfo.

El 10 de noviembre de 1509 logró partir de Santo Domingo, unos días antes que De Nicuesa, poco después de nombrar Alcalde Mayor al bachiller Martín Fernández de Enciso, un acaudalado abogado que tenía órdenes de fletar una embarcación con más provisiones para ayudar a De Ojeda cuando fundara una colonia en Nueva Andalucía. El nuevo gobernante, procurando evitarse problemas con los indígenas de su región, pidió que se redactara una extensa y curiosa proclamación en la que invitaba a los indígenas a someterse al Imperio Español, que de lo contrario iban a ser sometidos a la fuerza; dicha proclamación fue hecha por el escritor Juan López de Palacios Rubios y contó con la aprobación de las autoridades españolas.

De Ojeda llegó a la bahía de Calamar, en la actual Cartagena (Colombia), ignorando las órdenes de su subalterno De la Cosa de no establecerse en la zona. Después de desembarcar se encontró con varios indígenas y envió a unos misioneros a que recitaran la extensa proclamación en voz alta junto con intérpretes que hablaban la lengua indígena. Sin embargo, los indígenas estaban bastante molestos por dicha proclamación, así que De Ojeda mostró baratijas a los indígenas, y esto provocó que se enojaran y comenzaran a luchar contra los españoles. Combatió y venció a los indígenas de la costa; aprovechando esta ventaja decidió perseguir a algunos indígenas que se habían adentrado en la selva y llegó a la aldea de Turbaco: ahí sufrió la ira de los indígenas que tomaron desprevenidos a los españoles. En esta contraofensiva murió Juan de la Cosa, que sacrificó su vida para que De Ojeda escapara, y murieron también casi todos los que le acompañaban. De Ojeda tuvo que huir para salvarse con un solo hombre apenas y llegar ileso a la orilla del mar, en donde pudo ser rescatado por la flotilla estacionada en la bahía.

Poco después llegó la flota de De Nicuesa, quien, preocupado por la pérdida que había tenido De Ojeda, le cedió armas y hombres, y luego lo acompañó, olvidándose de las diferencias entre ambos gobernadores, para vengarse contra los indígenas de Turbaco, los cuales fueron masacrados en su totalidad. De vuelta en la bahía de Calamar, De Nicuesa se separó de De Ojeda en dirección mar adentro hacia el oeste rumbo a Veragua, mientras que De Ojeda seguía recorriendo las costas de Nueva Andalucía hacia el suroeste, y llegaba al Golfo de Urabá, en cuyo litoral oeste fundó el poblado de San Sebastián de Buenavista de Urabá el 20 de enero de 1510.

No habían pasado muchos días cuando dentro del poblado crecía la escasez de alimentos, y se intensificaba el clima insalubre que afectaba a los colonos, además de la amenaza persistente de los indios urabaes, quienes atacaban a los españoles con flechas envenenadas, de las cuales el mismo gobernador quedó herido en una pierna. De Ojeda decidió partir a Santo Domingo en el bergantín de un bandido pirata español llamado Bernardino de Talavera que huyó de La Española y que pasaba por el lugar. Debido a que habían pasado ocho meses y medio desde que partió de Santo Domingo y la ayuda del bachiller Fernández de Enciso no llegaba aún, encargó a Francisco Pizarro, un joven soldado en ese entonces, que protegiera el poblado y se mantuviera con los habitantes durante cincuenta días hasta que De Ojeda regresara, pidiéndoles que de lo contrario volvieran a Santo Domingo. De Ojeda jamás regresó al poblado y pasados los cincuenta días Pizarro decidió regresar en los dos bergantines junto con 70 colonos, pero poco después Fernández de Enciso junto con Vasco Núñez de Balboa socorrieron a los sobrevivientes; posteriormente, el poblado fue incendiado por los indígenas de la región.


Naufragio en Cuba

Tratando de buscar ayuda, De Ojeda iba rumbo a Santo Domingo en el bergantín de Talavera con 70 hombres que lo acompañaban. Sin embargo, el pirata apresó a De Ojeda y no lo quiso liberar, pero un fuerte huracán azotó la embarcación y Talavera buscó ayuda en De Ojeda, que era también marinero. No obstante, la tormenta arrastró la nave y ésta naufragó en Jagua, Sancti Spiritus, al sur de Cuba. Así, De Ojeda decidió ir con Talavera y sus hombres a recorrer la costa sur de la isla a pie, hasta punta Maisí, desde donde luego se trasladaría hasta La Española.

Sin embargo, tuvieron diversas dificultades en el camino y la mitad de los hombres murieron de hambre, las enfermedades y las penurias que tuvieron que vivir en la isla. De Ojeda cargaba apenas una imagen de la Virgen María que llevaba consigo desde la primera vez que se embarcó a América en 1493 e hizo una promesa a ésta de que le dedicaría un templo que haría levantar en el primer poblado indígena que encontrara en su camino y que los recibiera con buenas intenciones.

Poco después, con una docena de hombres y el pirata Talavera, llegaron a la comarca de Cueybá, donde el cacique Cacicaná trató amablemente y cuidó a De Ojeda y a los demás hombres, que a los pocos días se habían recuperado. De Ojeda cumplió su promesa y levantó una pequeña ermita de la Virgen en el poblado, ermita que sería venerada por los aborígenes de la comarca. De ahí fue socorrido por Pánfilo de Narváez y fue a Jamaica, isla en la que Talavera fue apresado por piratería. Después llegó a La Española, donde muy exhausto se enteró que la ayuda de Fernández de Enciso había llegado a San Sebastián.


Ocaso y muerte

Tras el fracaso del viaje a Nueva Andalucía, De Ojeda no volvió a dirigir ninguna otra expedición y renunció a su cargo de gobernador. Pasó los últimos cinco años de su vida en Santo Domingo donde vivió triste y deprimido. Luego se retiró al Monasterio de San Francisco, en donde murió poco después en 1515. Su última voluntad fue que lo sepultaran bajo la puerta mayor del monasterio, para que su tumba fuese pisada por todos los que llegaban a entrar a la iglesia, como pena por los errores que cometió en su vida.

La tumba de De Ojeda desapareció del monasterio sin dejar rastro, debido a la guerra civil que sufrió la ciudad de Santo Domingo en 1965.

El escritor español Vicente Blasco Ibáñez en su novela El caballero de la Virgen (1929), relata póstumamente la vida del conquistador.

ALMUTAMID


Hijo de Almotatid. Aunque al comienzo de su reinado ocupa Qurtuba (Córdoba), posteriormente fue Rey de Ishbiliya (Sevilla), convirtiendo esta ciudad en el centro de la cultura islámica del momento. En 1086, junto con los almorávides, derrota a Alfonso VI. En 1091, los almorávides regresan a Ishbiliya (Sevilla) y deponen a Almutamid. Murió en Marruecos en 1095. Fue un gran poeta. En la Sevilla actual, y en la de todos los tiempos, ha sido fuente de leyendas, de amores y desamores con su esposa Rumaikiyya.

A mi cadena

Cadena mía, ¿no sabes que me he entregado a ti?
¿por qué, entonces, no te enterneces ni te apiadas?

Mi sangre fue tu bebida y ya te comiste mi carne.
No aprietes los huesos.

Mi hijo Abu Hasim, al verme rodeado de ti,
se aparta con el corazón lastimado.

Ten piedad de un niñito inocente que nunca temió
tener que venir a implorarte.

Ten piedad de sus hermanitas, parecidas a él y a
las que has hecho tragar veneno y coliquíntida.

Hay entre ellas algunas que ya se dan cuenta,
y temo que el llanto las ciegue.

Pero las demás aún no comprenden nada y no
abren la boca sino para mamar.

ALMANZOR



Muḥammad ibn 'Abd-Allah ibn Abū ʿĀmir (en árabe, أبو عامر محمد بن عبد), llamado Al-Manṣūr (المنصور), el Victorioso, más conocido como Almanzor, caudillo militar y político del Califato de Córdoba y valido de Hisham II (c. 938 - Medinaceli 11 de agosto de 1002).

Se desconoce la fecha y el lugar de nacimiento exactos. Vino al mundo en el seno de una familia terrateniente árabe de origen yemení establecida desde la conquista de la Hispania visigoda. Tras la toma de la antigua ciudad de Carteia, Tariq recompensó al fundador del clan amirí con el territorio de «Turrush», en la Cora de Algeciras. Tradicionalmente se ha confundido el solar de la familia de Almanzor con Torrox, por confusión toponímica.

Algunos amiríes ocuparon las funciones de cadí y de juristas relacionados con los yemeníes ma'afir. A su padre, Abd Allah, se le describe como un hombre piadoso, bondadoso y ascético, que murió en Trípoli cuando regresaba de su pereginación a La Meca. Su abuelo materno se destacó en el reinado de Abderramán III como médico y ministro del Califa.

Muy joven, Muḥammad ibn Abū ʿĀmir se trasladó a Córdoba, donde acabó sus estudios de Derecho y de Letras bajo la tutela de sus tíos. Después de ocupar un modesto puesto de memorialista en la Mezquita de Córdoba, el joven pronto destacó por sus cualidades, e inició su fulgurante carrera política como escribano de la sala de audiencias del cadí jefe de la capital, Muhammad ibn al-Salim. Pronto llamó la atención del taimado visir Yafar al-Mushafi, amo de la administración civil, que le introduciría en la Corte califal.


Consideremos, en apoyo de lo dicho, el caso de Al-Manṣūr ibn Abū ʿĀmir. A pesar de su condición modesta, al comienzo de su carrera; de que no pertenecía a la familia real, lo que le hubiera procurado el poder por herencia; pese también a los pocos recursos materiales de que disponía, logró alcanzar una situación extraordinaria gracias a su astucia y a sus dotes para embaucar al populacho, ayudado por su buena estrella, que fue la causa más determinante de su encumbramiento. Un especialista en astrología me ha referido que el hombre cuyo horóscopo reúne, entre los signos del Zodiaco, los de Piscis y Sagitario está especialmente predestinado para alcanzar el poder temporal o para la esterilidad (...) En sus días el Islam alcanzó el apogeo de su gloria en al-Andalus, mientras los cristianos llegaban al colmo de la humillación." (Extracto de las Memorias de Abd Allah, último rey zirí de Granada.).

En 967 se convirtió en intendente del príncipe Abderramán, hijo y heredero del califa Alhakén II y de su favorita, la vascona Subh, con la cual estableció una relación privilegiada sumamente beneficiosa para su carrera. Convertido en director de la ceca, en 968 fue nombrado tesorero del califa; al año siguiente, fue promovido a cadí de Sevilla y de Niebla y en 970, a la muerte del príncipe Abderramán, pasa a ser el administrador del joven heredero, Hisham. Comenzó a llenar sus bolsillos con el dinero de las arcas reales, siendo acusado de malversación. Sin embargo, gracias a sus contactos, fue capaz de maquillar las cuentas y salir no ya impune, sino beneficiado del proceso. Almanzor recibe una disculpa oficial y obtiene el cargo de la shurta media (policía).

Convertido ya en uno de los personajes más importantes del Califato, se hizo construir un suntuoso palacio en Al-Rusafa, a una legua al Norte de la capital. Poco después se convirtió en gran cadí de las posesiones omeyas en el Magreb, lo que le permitió establecer estrechas relaciones con los jefes bereberes.


El fallecimiento del califa Alhakén II en 976 inauguró un nuevo periodo en la carrera política de Almanzor. Al-Andalus atravesaba en aquel momento una grave crisis de sucesión, porque el sucesor designado, Hisham, nacido en 965, era demasiado joven para reinar. Ante esta situación el entorno del difunto se dividió. Había quienes eran partidarios de designar un regente, al-Mushafi, mientras que otros preferían dar el título califal al hermano del difunto, al-Mughira. Sintiendo que esta designación entrañaría el final de su carrera política, Al-Mushafi decidió asesinar a al-Mughira, y para realizar tan vil trabajo escogió al ambicioso y carente de escrúpulos Almanzor.

Éste rodeó el palacete de al-Mughira con un destacamento de cien soldados de origen eslavo, irrumpió en él y notificó al infante la muerte del Califa y la entronización de Hisam II. El joven quedó aterrado y manifestó lealtad y obediencia a su sobrino. Entonces, ante las dudas de Almanzor, al-Mushafi exigió el cumplimiento de lo acordado, con lo que el desgraciado al-Mughira fue estrangulado delante de sus mujeres y colgado de una viga de la techumbre, como si se hubiera suicidado. Como jefe de la policía, Almanzor se apresuró a ocultar el crimen y ordenó que su víctima fuera enterrada allí mismo.

Hisham II se convirtió fue investido califa la mañana del lunes 4 de safar de 366 H (2 de octubre de 976) con el título de al-Mu'yyad bi-llah, es decir, el que recibe la asistencia victoriosa de Dios. Se encargó de tomar el juramento de fidelidad a la gente, delante del nuevo califa, su tutor, Jefe de la Policía Media, de la Ceca y de Herencias Vacantes, el omnipotente y omipresente Muḥammad ibn Abū ʿĀmir. Seis días después de su investidura, el 8 de octubre de 976, Hisham nombró hayib o primer ministro a al-Mushafi y visir y delegado del hayib a Almanzor, que tenía entonces 36 años.

Sin embargo, al poco tiempo las relaciones entre los dos se deterioraron y para hacerse con nuevos aliados Ibn Abi Amir utilizó numerosas estratagemas. Se propuso hacerse con el control del ejéricto, y para ello no dudó en ganarse al generalísimo Galib, el poderoso gobernador de la Marca Media. Participó en varias campañas para granjearse el favor de los militares y se casó con Asma, la hija de Galib. Se atrajo la simpatía de la población al reinstaurar el orden en Córdoba y multiplicó sus gestos piadosos para ganarse a los fuqaha (jueces) malikíes: así, censuró la biblioteca del califa y ordenó destruir las obras de filosofía y astronomía juzgadas incompatibles con la ortodoxia sunní. En este mismo sentido, copió el Corán con su propia mano e hizo ampliar la mezquita de Córdoba algunos años más tarde, en 987.

Esta política demagógica y populista le permitió hacerse con nuevos apoyos y pretender un auténtico golpe de Estado. En 978 expulsó a al-Mushafi y se convirtió en hayib. Al año siguiente salvó al príncipe de un complot y desde ese instante empezó a aparecer como el salvador de la dinastía y protector del Califa. Con este título trasladó la Administración a Madina al-Zahira, su residencia personal, cuya construcción comenzó en 979 y duró dos años. En 981 el joven califa delegó sus poderes en Almanzor, el cual recluyó a su señor en la jaula dorada de Medina Azahara. Esta política fue vivamente combatida por su suegro Galib, pero este último terminó derrotado y muerto en la Batalla de Torre Vicente, no lejos de Atienza. A pesar de su parentesco, Almanzor no dudó en acabar con el prestigioso militar para allanar el camino que le conduciría al poder, y no se privó de enviarle a su esposa Asma la cabeza de su infortunado padre.


Muhammad ibn Abū ʿĀmir adoptó entonces el título honorífico (laqb) de Al-Mansur y comenzó a reinar como verdadero dueño y señor de al-Andalus. Contrariamente a una opinión extendida, ni él ni sus sucesores llevaron el laqb incluyendo la palabra Alá, sin duda por prudencia, para evitar atribuirse un nombre honorífico propio de los califas.

Desde entonces sus expediciones asentarán su poder por encima del califa, al que dominará, y hará temblar a los reinos cristianos. Nada menos que 52 campañas realizó Almanzor entre los años 978 y 1001.

Sus campañas militares, durante los últimos años del siglo X, afectaron tanto al norte de África como a todo el norte de España:

981 - Zamora
985 - Barcelona
987 - Coimbra
988 - Sahagún y Eslonza
997 - Santiago de Compostela
999 - Pamplona
1002 - San Millán de la Cogolla

En el verano de 997, asoló Santiago de Compostela, después de que el obispo Pedro de Mendoza evacuara la ciudad. Quemó el templo prerrománico dedicado a Santiago, respetando su sepulcro. Esto permitió la continuidad del Camino de Santiago. La leyenda cuenta que los prisioneros cristianos cargaron con las campanas del templo de Santiago hasta Córdoba, y que al parecer, hicieron el camino de regreso dos siglos y medio más tarde, por prisioneros musulmanes cuando las recuperó para la cristiandad Fernando III, el Santo.

Perdió la vida por las heridas sufridas en la batalla de Calatañazor - Soria -- Calat en Nossor-- (julio de 1002), muriendo a los 73 años probablemente en agosto de 1002 en Al-Andalus; se desconoce en qué lugar, ya que sus datos biográficos se diluyen entre lo histórico y lo legendario. El lugar más probable del óbito es Medinaceli - Soria -- Madinat al Salim --. La Crónica Silense sentencia:

Pero, al fin, la divina piedad se compadeció de tanta ruina y permitió alzar cabeza a los cristianos, pues pasados doce años Almanzor fue muerto en la gran ciudad de Medinaceli, y el demonio que había habitado dentro de él en vida se lo llevó a los infiernos.

Antes de morir nombró sucesor a su hijo Abd al-Malik al-Muzaffar, lo que generó una guerra interna entre los sucesores de Hisham II y los de Almanzor.

Su cuerpo fue cubierto con el lienzo que sus hijas tejieron con sus propias manos y cuya materia prima procedía de la hacienda heredada de sus antepasados en Torrox, solar de su estirpe. Sobre sus restos colocaron un ladrillo fabricado con el polvo que, despues de cada batalla contra los cristianos, sus servidores limpiaban de sus ropas. El cadáver, así dispuesto, recibió primera sepultura en la frontera, antes de ser trasladado a Córdoba. Según el historiador árabe Ibn Idari, los siguientes versos se esculpieron en mármol, a manera de epitafio:

Sus huellas sobre la tierra te enseñarán su historia,
como si la vieras con tus propios ojos.
Por Dios que jamás los tiempos traerán otro semejante,
que dominara la península
y condujera los ejércitos como él.

miércoles, 11 de marzo de 2009

AZOR

El Azor era un barco duro, lento, cabezón. En 1949 había sido botado en los astilleros Bazán: su madrina, la señorita María del Carmen Franco Polo. Hacía poco tiempo que los periódicos la llamaban todavía "Carmencita Franco", hasta que recibieron la orden escrita, en papel sellado, de la autoridad de prensa: había que llamarla señorita, y por su nombre completo; más tarde sería obligatorio, junto al nombre, el título de marquesa de Villaverde.

Franco se reía de sus invitados en el barco: no lo resistían. A veces, les gastaba bromas: hacía falsos "avisos a los navegantes" anunciando fuertes temporales inmediatos, se los hacía llevar al comedor y los leía en voz alta: se reía a carcajadas cuando los demás comenzaban ya a ponerse verdes. Los que le acompañaban entonces dicen que era feliz y que se sentía libre: conseguía salir de su propio régimen.

Sobre todo le entusiasmaba la pesca. Un día pescó un enorme calamar que conservó vivo para donarlo a un acuario (le llamó siempre "el monstruo marino"), pero algún tiempo después desapareció. Franco imaginaba que tenía algunas facultades que le habían permitido escaparse y saltar al mar, pero se averiguó que se lo había comido el señor Zala (el cocinero de a bordo era excelente pero la comida diaria era frugal, como lo fue siempre en la mesa del dictador). Los atunes eran su mejor presa. Su primo y secretario, el general Franco Salgado, decía fríamente que, con el coste del petróleo del Azor y el del buque de escolta, el sostenimiento de la tripulación —comandante, segundo, maquinista, tres suboficiales, tres cabos, 32 hombres; a los marineros Franco les reunía a veces en el sollado y les contaba leyendas gallegas de aparecidos— se conseguían los atunes más caros del mundo.


Pero la gran pesca fue la del enorme animal en la fecha del 1 de septiembre de 1958, conservada en las crónicas del barco. Fue difícil de definir; los primeros telegramas de prensa hablaron de una ballena de 20 toneladas: poco para una ballena. Las fotos mostraban al hombrecillo, con su gorra de yatchman y traje gris, riendo junto a la bestia; el público era poco sensible a la emoción del pescador y dio un cariz ridículo a todo ello. Algún periódico llamó a lo pescado cachalote, pero el Ministerio de Información —Arias Salgado— intervino rápidamente para que se le volviera a llamar ballena. Por fin se llegó a un acuerdo: tendría el nombre genérico de cetáceo.

La censura era muy especial con las pescas milagrosas del jefe de Estado. En un concurso de salmón se quiso decir que uno de los capturados era el más grande de España y la censura lo prohibió.

Un director general llegó una vez de Nueva York con noticias importantes para una industria española, y con una caña que había comprado para Franco; el jefe del Estado no le dejó explicarse, y le aterró haciendo volar el anzuelo por el despacho en que le recibía.

La iniciación a la pesca se la debió a Max Borrell, cuando éste era gobernador civil de La Coruña y Franco veraneaba en el pazo de Meirás. Le llevó un día en un bote de pescar y vio su entusiasmo: al día siguiente Franco le llamó para que fueran otra vez: "Yo le diré a Carmen que nos prepare unas tortillas y unos filetes: así podremos estar más tiempo en la mar".
La tranquila aventura del Azor duró 26 años de la vida de Franco. Después quedó anclado y fue usado con timidez. Una vez, por la familia real (el Rey embarcó en él para pasar revista a la flota). Otra histórica vez, por Felipe González, en sus vacaciones de verano de 1985. Un pálido y leve crucero: de Lisboa a Rota. Alguien debió aconsejarle mal, o quizá fue su deseo de asumir el pasado. La derecha criticó a González con sarcasmo y le acusó de querer meterse en la piel del sagrado antecesor. La izquierda, de ostentación y lujo. Muchos, sólo por rememorar el nombre del barco fantasma. Bajó en Rota y no volvió nunca más; ni nadie lo ha utilizado.

Quienes lo han visitado ahora dicen que el yate está como se construyó, con la añadidura final de Franco: dos camarotes de lujo para él y doña Carmen, la señora por antonomasia, que luego fue sólo de Meirás. Sus paredes son de madera de fresno y de raíz de sicómoro egipcio. Y su plata vieja, y la fina porcelana de sus vajillas y los camarotes de invitados donde los ministros y los embajadores lloraban del más simple de los miedos que habían tenido: el de la mar, como decían a bordo.


Pero sin recuerdos. Todo el fasto de un régimen, las horas libres de quien nunca consideró la libertad de los demás como necesaria, las sombras de almirantes, ministros, jefes de Estado extranjeros y nacionales, fraques, condecoraciones, gorras de comodoro, blazers con buenos y legítimos escudos bordados; brindis con agua, charlas sin cigarrillos, ensueños de imperio, de marino sin escuela, de pintor sin colores para el cielo gallego —pero con una Leika alemana de los viejos tiempos—: todo un trozo de la historia desdichada y fastuosa de la España reciente; son cosas que se pueden comprar. Quizá haya alguien que lo quiera precisamente así.

SANTA BARBARA


Según la leyenda habría nacido en Nicomedia, cerca del mar de Mármara, hija de un sátrapa de nombre Dióscuro, que la encierra en una torre; según una leyenda, esto es para evitar que los hombres admiraran su belleza y la sedujeran, según otra para evitar el proselitismo cristiano.

En ausencia de su padre, Bárbara es convertida al catolicismo, y manda constuir tres ventanas en su torre simbolizando la Trinidad; su padre se entera del significado de estas ventanas, se enfada y quiere matarla, por lo que ella huye y se refugia en una peña milagrosamente abierta para ella. Atrapada pese al milagro, se enfrenta a su destino.

Su martirio es copia del de San Vicente Mártir: habría sido atada a un potro, flagelada, desgarrada con rastrillos de hierro, colocada en un lecho de trozos de cerámica cortantes, quemada con hierros al fuego... Cada versión distinta cambia, añade o quita torturas. Finalmente, el mismo Dióscuro la habría decapitado en la cima de una montaña, por lo que un rayo le alcanza a él, muriendo.

También existe la versión de que su padre la habría enviado al juez, quien la mandó decapitar, versión que no incluye el rayo; por ello la primera versión es más explicativa de los patronatos que ejerce.

Es una virgen y mártir cristiana, cuya existencia real es muy dudosa.


Su patronato fue introducido en España, al parecer, por Juan de Terramonda, natural de Lille, que vino a España como asentador de Felipe I el Hermoso.

Igualmente tiene un papel importante en la Santería, representada como Shangó (o Xangó), deidad de la fuerza.

PIZAÑO DE PALACIOS

Ciertamente que los hechos ocurridos en Sevilla en la segunda década del siglo XVII parecieran aislados y circunscritos a las características de la gran urbe andaluza en esos años. Nada más lejos de la realidad.

En 1614 en Córdoba, Fray Cristóbal de Torres, fraile dominico del convento de San Pablo se atrevió a manifestar claramente su opinión contraria a la Limpia Concepción de María, el mismo día 8 de diciembre. Como era de esperar surgió el escándalo, tanto entre los miembros del cabildo eclesiástico como entre el numeroso público asistente. La ciudad se dividió en dos bandos, “de un lado los dominicos, que apoyarán a su compañero de religión Fray Cristóbal de Torres y, de otro, el cabildo catedralicio, que tiene en el canónigo Álvaro Pizaño de Palacios uno de los principales protagonistas del enfrentamiento. En medio se encuentra el titular del Obispado (Fray Diego de Mardones), cuyo papel mediador se ve obstaculizado por su condición de religioso de Santo Domingo”.

El obispo dio un edicto en agosto de 1615 prohibiendo los actos en honor de la Inmaculada y las disputas sobre la cuestión concepcionista. La reacción del cabildo eclesiástico fue recusar el edicto y celebrar una fiesta a la Inmaculada Concepción, “previo llamamiento al vecindario, que acude masivamente a demostrar su fervor y, de paso, a rechazar el silencio impuesto por el ordinario de la diócesis”. El ayuntamiento también rechazó el documento episcopal. Una Real Provisión de 24 de noviembre de 1615 ordena al prelado la suspensión de las prohibiciones dictadas. Un triunfo más de los inmaculistas apoyados por el entusiasmo popular.

Todos estos acontecimientos hicieron que se favorecieran el incremento del culto en unas poblaciones que no querían quedar al margen de este arrebato religioso contrarreformista. Écija hizo voto y juramento concepcionista en septiembre de 1615, y el 29 de diciembre del mismo año lo hizo Jerez de la Frontera. En Granada y en Sevilla se vivía con exaltación el fervor inmaculista.

Pero los grupos contrarios, liderados por los dominicos, también estaban activos, pues creían tener de su lado a la Corte con el apoyo del dominico Fray Luis de Aliaga, confesor del monarca, e incluso, de forma más o menos soterrada con la del mismo Nuncio, Antonio Caetani, lo que dio lugar a momentos de evidente tensión.

En 1616 se organizó una fiesta inmaculista en Málaga y otra en Priego de Córdoba. El 2 de septiembre de 1618 tiene lugar el juramento de los capitulares de la ciudad de Granada –eclesiásticos y civiles-, celebrado a petición del prelado, Don Felipe de Tassis y Acuña, seguido con la típica mezcolanza de lo sacro y lo profano, de una procesión multitudinaria, una corrida de toros y un juego de cañas[35]. Henríquez de Jorquera nos narra: “Hicieron voto con juramento en manos del señor arzobispo los dos cabildos de defender la Concepción de la Virgen y morir por ella”.

El 25 de noviembre del mismo año le correspondió el turno a la Universidad de Granada, que hizo juramento en la Iglesia de San Justo. “Juraron los doctores, maestros y licenciados defender la pía devoción de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora. Fue este acto muy célebre y de grande festividad”.

El profesor Szmolka Clares nos indica una confusión de fechas cometida por el cronista Henríquez de Jorquera a la hora de relatar los hechos, aclarándonos Szmolka que el voto de la Universidad de Granada fue el primero de los celebrados en esta ciudad y el único del año 1618. Mientras que el voto de los Cabildos civil y eclesiástico debió celebrarse en fecha posterior, tal vez ya al siguiente año, en 1619. Finalmente el 20 de noviembre de 1621, el municipio de Granada estimulaba la construcción cerca de la puerta de Elvira (Plaza del Triunfo) de un monumento al Triunfo de la Virgen, terminado en 1631, con una bella escultura de Alonso de Mena. Fue el primer monumento de este tipo erigido en España.

Nos queda también citar a Guadix. Allí Fray Plácido de Tosantos ocupaba la sede episcopal, pero antes participó en Roma en las controversias inmaculistas. Su sucesor en la sede de San Torcuato, Fray Juan de Arauz (1625-35), formuló solemnemente el voto de defensa de la Inmaculada. El voto inmaculista se hizo imprescindible para ingresar en cualquier institución andaluza del momento. Málaga lo hará en 1654.

JOSE MANUEL GARCIA CAPARROS

Hace 30 años, Andalucía se puso en pie. Por su Dignidad Nacional, por el Trabajo, por el Pan, por la Libertad, por el derecho del Pueblo Andaluz a regir sus destinos por él mismo. Y como siempre, por los Pueblos y la Humanidad.

Millones de Andaluces gritaban ese día por las calles "Andalucía Libre". Era una día de autoafirmación.

La chispa que encendió todo, un 4 de diciembre de 1977, fue la actitud tomada por el presidente de la Diputación de Málaga, Francisco Cabeza López, que se negó a que la bandera andaluza ondease junto a la nacional en la sede del organismo provincial. El edificio, en cuyo balcón ondeaba sólo la bandera nacional, estaba custodiado por efectivos antidisturbios de la Policía Armada. Los manifestantes, al pasar, pedían la dimisión del presidente y, en general, seguían su camino. Algunos, especialmente de los que venían al final de la marcha, se quedaron junto al edificio de la Diputación. Un joven escaló la fachada y colocó una bandera verdiblanca junto a la nacional. Después empezaron los enfrentamientos. Los agentes del orden cargaron contra los concentrados, que arrojaron piedras contra los ventanales del edificio. Las cargas de la Policía Armada fueron de una violencia extrema, como no se recordaba en Málaga.

Después de la manifestación, la muchedumbre empezó a dispersarse con todo orden, haciendo el camino de vuelta hacia el centro de la ciudad, pero al llegar al puente de Tetuán se encontró con que allí se estaba librando una auténtica batalla, de una dureza inigualable. Los botes de humo y las balas de goma en un principio, más tarde aparecerían las de plomo, sembraron la confusión.


Abundaron las carreras, los atropellos, las caídas al suelo de mujeres y niños.. Los manifestantes arrojaban piedras contra los policías, a un pelotón de los cuales rodeó. Este grupo de agentes, según la nota oficial del gobernador civil, hizo uso de sus armas reglamentarias y fue entonces cuando cayó sobre el pavimento, herido mortalmente, el joven de diecinueve años José Manuel García Caparrós, trabajador de una fábrica de cervezas y militante de Comisiones Obreras, que fue recogido por vanos compañeros y conducido a la residencia sanitaria de la Seguridad Social, donde ingresó cadáver.

Aún no ha sido esclarecido. Las investigaciones fueron silenciadas, los archivos prácticamente no existen a día de hoy, el asesino sigue en la calle, un asesino aún de nombre desconocido.

JOSE LAFITA

Nace en Sevilla el 15 de Noviembre de 1887, siendo hijo, padre y hermano de artistas, por lo que el ambiente familiar le fue propicio para su arte. Entre 1905 y 1910 estudia en Suiza. Regresa a Sevilla y se matricula en la Escuela de Artes, Oficios y Bellas Artes de la capital.

Dentro del ambiente artístico de su familia, destaca sorprendentemente por sus tempranas cualidades como escultor. Ejerció como profesor de modelado y composición decorativa en la Escuela de Artes y Oficios de la capital. Fue Académico Electo de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría en 1942, no llegando a tomar posesión por su fallecimiento en Sevilla, el día 27 de enero de 1945.

Hizo estudios de arquitectura que, junto a la formación en la empresa de su padre, “Sociedad Decorativa”, dedicada a tareas de decoraciones arquitectónicas, le capacitaron para sus proyectos escultóricos integrados en la arquitectura. Así realizó la monumental farola-fuente de la plaza Virgen de los Reyes, su obra más popular de Sevilla. Participó en el monumento al rey San Fernando en la Plaza Nueva de Sevilla, siendo de su mano la estatua del Almirante Bonifaz. Obra suya es el colosal conjunto del Monumento al Sagrado Corazón de San Juan de Aznalfarache. Realizó otras muchas obras notables, en diversos materiales, incluidas varias imágenes religiosas de talla policroma.

ISIDORO DÍAZ

Isidoro Díaz y Cos Alcalde a finales del siglo XIX, que realizó importantísimas obras en Alcalá de Guadaíra, realizó el alcantarillado de las calles del pueblo, inexistente hasta entonces, convirtió la barranca pedregosa, que había en el perejil, hecha por las arriadas hacia el puente, por una bonita plaza.

Cortó dos murallas del castillo, entre la torre de los escudos y la puerta peatonal a la villa primitiva para poder subir al santuario en vehículos, corte que sin permiso, indignó a las autoridades de Sevilla, propietarios del castillo, enviándole el gobernador una dura reprimenda por escrito, pero nadie ordeno reponer las murallas cortadas.

Defendió con firmeza ante la Compañía de Aguas de Sevilla, la permanencia de la fuente de la Judía y el arroyo del Zacatín, captados por dicha empresa, como contestación a unas instancias de los vecinos que en diciembre de 1884, quejándose del atropello a valores públicos. Al comprobar que no habían comunicado ni solicitado licencia de obras, destruyó el tapamento de la fuente de la Judía, junto con el Juez, Albañiles y el Secretario de Ayuntamiento

ALEJANDRO LERROUX

Alejandro Lerroux García (La Rambla, Córdoba, 4 de marzo de 1864 – Madrid, 27 de junio de 1949) fue un político español, que ocupó la presidencia del gobierno durante un breve período de la Segunda República Española.

Lerroux García, hijo de un veterinario militar, comenzó la carrera de las armas, pero la abandonó enseguida. Se licenció en Derecho, y desde su juventud militó en los partidos republicanos, siguiendo a Manuel Ruiz Zorrilla. Se dedicó al periodismo, desarrollando un estilo agresivo y populista; dirigiría varias publicaciones, entre ellas El País, El Progreso, La Publicidad, El Intransigente y El Radical.

Varias veces detenido y preso, impenitente duelista a la usanza romántica, se estableció en Barcelona, donde fue nombrado director del diario La Publicidad. Con sus campañas, duramente anticlericales y populistas, se ganó al ambiente obrero, y llegó a ser llamado el Emperador del Paralelo, sector barcelonés de alegre vida nocturna. Las campañas de su periódico produjeron disturbios de carácter antimilitarista y anticatalanista, contrarrestados por fuertes reacciones de otros sectores opuestos.


Electo diputado por primera vez en 1901 por la Unión Republicana, entre cuyos fundadores se había contado, repitió en 1903 y 1905, hasta que el cofundador Nicolás Salmerón abandonara el partido para incorporarse a la coalición Solidaridad Catalana en 1906; Lerroux decidió entonces separarse, descontento con el creciente nacionalismo catalán, para lo que formó en 1908 el Partido Republicano Radical.


La condena contra uno de sus artículos lo llevó por primera vez al exilio en 1907; volvería a abandonar el país escapando de las represalias gubernamentales tras la Semana Trágica de Barcelona en 1909. A su regreso ingresó en la Conjunción Republicano-Socialista, y recuperó en 1910 su escaño de diputado; sin embargo, los escándalos de corrupción que se sucedieron lo alienaron de su electorado barcelonés, y en 1914 la falta de apoyo lo llevó a presentarse en Córdoba. Participó en política aún durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, aún cuando la secesión de los Radical-Socialistas de Marcelino Domingo en 1929 debilitó su partido; formó parte del comité revolucionario que preparó el derrocamiento de Alfonso XIII, y participó en la proclamación de la Segunda República Española en 1931.

Apoyó las reformas del gobierno de Manuel Azaña durante su primer bienio, y como ministro de Estado formó parte de la coalición de izquierda que apoyó a éste. Sin embargo, se aproximó a las posiciones de la derecha y en 1933 pactó con los conservadores que obtuvieron el poder. Entre 1933 y 1935 ocupó tres veces la cabeza del gobierno, además de carteras en Guerra (1934) y Estado (1935). Su definitivo derrumbe político vendría dado por su implicación en el escándalo del estraperlo, que motivó su alejamiento de la coalición gobernante. No obtuvo éxito en las elecciones de 1936, y se exilió en Portugal al inicio de la Guerra Civil Española. Regresó a España en 1947, habiéndose reconciliado con los líderes del alzamiento militar del año 1936.

ALFONSO X EL SABIO

Alfonso X de Borgoña, el Sabio (Toledo, 23 de noviembre de 1221 — Sevilla, 4 de abril de 1284), rey de Castilla y León (1252-1284).

Hijo de Fernando III el Santo y de Beatriz de Suabia. Fracasó en la pugna por la corona del Sacro Imperio Romano-Germánico a la que dedicó mucho esfuerzo y dinero. Impulsor de la Reconquista, amplió los territorios castellanos con la toma a los musulmanes de varias plazas de importancia, entre ellas Murcia, Alicante y Cádiz, pero tuvo que renunciar al Algarve y a sus aspiraciones sobre Navarra. En 1260 conquista e incendia Rabat.

Tuvo que hacer frente a diversas rebeliones internas entre las que destacan, la de los mudéjares en 1264 y la debida al problema sucesorio en los últimos años de su reinado. El monarca, casado desde 1246 con Violante de Aragón, hija de Jaime I el Conquistador, tuvo diez hijos legítimos, pero el primogénito y heredero al trono, don Fernando de la Cerda, murió en 1275. El rey trató de defender los derechos sucesorios de su nieto, Alfonso de la Cerda, el primogénito de Don Fernando, pero don Sancho el Bravo, hijo segundo del rey y hermano de Don Fernando, reclamó la sucesión para él recibiendo muchas adhesiones a su causa. El rey conservó sólo la fidelidad de Murcia y Sevilla, ciudad donde vivió los últimos meses de su vida bastante aislado y secundado sólo por un reducido número de sus antiguos colaboradores.

A pesar de haber decretado el desheredamiento de don Sancho el 8 de noviembre de 1282, fue entronizado tras la muerte de su padre.

Durante su reinado, impulsó la economía destacando entre otras medidas la institucionalización de la Mesta en 1273. También fomentó la repoblación de tierras conquistadas a los musulmanes (Reino de Murcia, Baja Andalucía) y la unificación legislativa (con el Fuero Real y las Siete Partidas). Fundó Villa Real, que con el tiempo se convertiría en Ciudad Real, en una zona controlada por las Órdenes militares.

Un mausoleo en el Altar Mayor de la Catedral de Murcia acoge las entrañas y el corazón del monarca, a cuya muerte le fueron extraídos para ser trasladados a la ciudad del Segura, tal y como él mismo dispuso. El escudo de Murcia, la ciudad amada del rey Sabio, muestra desde entonces en su centro el corazón de Alfonso X.

Fomentó la actividad cultural (Escuela de traductores de Toledo) y fue excelente poeta en gallego-portugués. De su extensa obra jurídica, científica, histórica y literaria, destacan, el Fuero real de Castilla, las Siete partidas de entre sus obras jurídicas; las Tablas alfonsíes entre las astronómicas; y entre las de carácter histórico, la Estoria de España (llamada Primera Crónica General en la edición de Menéndez Pidal) y la Grande e General Estoria o General Estoria, acerca de la historia universal. Las Cantigas de Santa María es obra lírica, escrita en gallego-portugués, lengua común a gran parte de la lírica ibérica del siglo XIII. El Lapidario, es una obra sobre las propiedades minerales, y el Libro de los juegos es una obra sobre temas lúdicos (ajedrez, dados y tablas), deportes de la nobleza en aquel tiempo (véase Alfonso X el Sabio y el ajedrez).

Alfonso X realizó también la primera reforma (normalización) ortográfica del castellano, idioma que el reino adoptó como oficial en detrimento del latín. El propósito del monarca era que el castellano se puliera y enriqueciera como señala el historiador español Juan de Mariana.

La Escuela de Traductores aglutinó a un grupo de estudiosos cristianos, judíos y musulmanes que desarrollaron una importante labor científica al rescatar textos de la antigüedad y verterlos a las lenguas occidentales, poniendo así los pilares del renacimiento científico en la Europa medieval.

A este Monarca, se le atribuye el mérito de haber iniciado una revolución cultural que en ocasiones se ha calificado de renacimiento del Siglo XIII. Introdujo en España, nuevos conocimientos que procedían de tierras distantes. Su especial interés en el arte, la historia, el derecho y la ciencia ejerció una profunda influencia en el desarrollo cultural de España y del resto de Europa. Pero lo más significativo aún es que, en su afán intelectual, favoreció la difusión de la Santa Biblia.

Alfonso X fue el impulsor de la Escuela de traductores de Toledo. "Su labor consistió en dirigir y seleccionar a los traductores y obras, revisar su trabajo, fomentar el debate intelectual e impulsar la composición de nuevos tratados". Señala el libro La Escuela de Traductores de Toledo.[cita requerida]

Hijos de su matrimonio con Violante de Aragón:

Ferrán ó Fernando (¿? - ¿?), muerto muy joven y enterrando en el monasterio de Las Huelgas en Burgos;

Berenguela (1253 - 1284), prometida a Luis de Francia, hijo y heredero de Luís IX, pero no se llegaron a casar por la muerte prematura de éste el 1260. Fue enterrada en el monasterio de Las Huelgas;

Beatriz (1254 - 1280), casada con Guillermo V de Montferrat;

Ferrán o Fernando de la Cerda (1255 -1275). Heredero al trono castellano, se casó el 1268 con Blanca de Francia, hija de Luís IX, con quién tuvo dos hijos. Su muerte prematura permitió que su hermano Sancho convertirse en rey;

Leonor (1257 - 1275);

Sancho el Bravo (1258-1295), rey de Castilla con el nombre de Sancho IV;

Constanza (1258 - 1280), monja en el Monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas;

Pedro (1260 - 1283);

Juan (1262 - 1319), casado con María Díaz I de Haro, Señora de Vizcaya, fue padre del infante Juan el Tuerto;

Isabel, muerta muy joven;

Violante (1265 - 1296), casada con Diego López IV de Haro;

Jaime (1266 - 1284).

Tuvo, aparte, una hija ilegitima:

Beatriz (¿? - ¿?), casada con Alfonso III de Portugal.

JAIME BALMES

Jaume Balmes Urpía ( Vic , 28 de agosto de 1810 - Barcelona, 9 de julio de 1848) Filósofo y teólogo catalán.


Estudió en un seminario de Vic, y se doctoró en teología en la Universidad de Cervera.

Se instala en Barcelona, y publica el "Consideraciones políticas sobre la situación" que tuvo cierto éxito. Viaja por Inglaterra y Francia.


En 1845 se traslada a Madrid donde funda el periódico «El Pensamiento de la Nación». Muere de tuberculosis en 1848.


Generalmente la filosofía de Balmes es entendida meramente como "filosofía del sentido común", cuando en realidad se trata de algo bastante más complejo. Tanto en "Filosofía fundamental" como en "Filosofía elemental" (siendo ésta segunda obra de carácter más divulgativo) se trata el tema de la certeza.


Balmes divide la verdad en tres clases irreductibles, si bien hablamos de la misma cual si sólo fuera una. Éstas son las verdades subjetivas, las verdades racionales y las verdades objetivas. El primer tipo de verdad, la subjetiva, puede ser entendida como una realidad presente para el sujeto, que es real pero depende de la percepción del hablante. Por ejemplo, afirmar que se tiene frío o que se tiene sed son verdades subjetivas. El segundo tipo, la racional, es la verdad lógica y matemática, valiendo como ejemplo cualquier operación de éste tipo. Finalmente, la verdad objetiva se entiende como aquella que - aún percibida por todos- no entra dentro de la categoría de verdad racional: afirmar que el cielo es azul, o que en el bosque hay árboles.


Los tres tipos de verdad son irreductibles, y los métodos de captación difieren de una a la otra. Por ello, es menester que la filosofía plantee en primer lugar qué tipo de verdad buscamos.

Para Balmes no existe la posibilidad de dudar de todo: haciendo afirmación tal, olvidamos que hay una serie de reglas del pensar que admitimos como verdades para poder dudar. De forma similar a lo planteado por San Agustín o Descartes, afirmar que dudamos implica necesariamente la certeza de que estamos dudando. De ésta manera, también la duda es una certeza. Es imposible un auténtico escéptico radical, pues no existe la duda universal.


Obras:

Filosofía fundamental

Filosofía elemental

La religión demostrada al alcance de los niños,

Cartas a un escéptico,

Observaciones sobre los bienes del clero,

El protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización europea,

Consideraciones políticas sobre la situación de España,

El criterio,

«Vindicación personal» (autobiografía ante los ataques recibidos)

Las más conocidas son El criterio y El protestantismo comparado, que fueron traducidas a varios idiomas.

EL ALGABEÑO

(José García Rodríguez; La Algaba, 1875-Sevilla, Torero español. Novillero puntero, destacó desde el primer momento como estoqueador. Recibió la alternativa en 1895 de la mano de Fernando el Gallo y se retiró en 1912 en Pontevedra.

Nunca alcanzo grandes éxitos, al estallar la Guerra civil, se pone al servicio del bando franquista, muriendo según José Maria Cossio, en el frente de Córdoba, el 30 de diciembre de 1936. Otras fuentes indican que fue abatido por una bala en el frente de Jaén, concretamente en la batalla de Lopera.

ALCALA DE EBRO

Alcalá de Ebro es un municipio de España, en la provincia de Zaragoza, Comunidad Autónoma de Aragón. Tiene un área de 9,90 km² con una población de 279 habitantes (INE 2004) y una densidad de 28,18 hab/km².

Las primeras noticias relativas a la localidad de Alcalá de Ebro hacen referencia al castillo de origen musulmán que a orillas del Ebro formaba parte del sistema defensivo de la ciudad de Zaragoza.

Tras la conquista de la ciudad de Zaragoza y sus alrededores en 1118, el castillo pasó a formar parte de los honores reales, lugares en los que se formarían los primeros señoríos de la Ribera Alta del Ebro, al ser confiados a los nobles que acompañaban al monarca.

La propiedad sobre Alcalá correspondió a la casa de los Luna y posteriormente a Pedro de Quesada, empezando a vincularse por sucesivas relaciones matrimoniales con la casa de los duques de Villahermosa, instalada en la Villa de Pedrola, hasta la abolición de los señoríos en 1833.

La mejor difusión que ha tenido la localidad de Alcalá de Ebro en la historia de la literatura española, ha sido su identificación con la famosa Insula Barataria, por un tiempo gobernada por Sancho Panza, el conocido escudero de la más famosa figura literaria española, Don Quijote. Es de todos conocida, la estancia en la villa de Pedrola de Miguel de Cervantes Saavedra, en el invierno de 1568 como paje del Cardenal Julio Aguaviva y Aragón, hospedándose en la casa del duque de Villahermosa, en aquel tiempo Martín de Aragón y Gurrea, gran amigo de letras y cultivado aragonés en su época.

El conocimiento que de las localidades cercanas, y en particular de Alcalá de Ebro, obtuvo Miguel de Cervantes durante la citada estancia en Pedrola, le sirvieron para reflejar en su obra la localidad de Alcalá de Ebro, que durante las crecidas del río Ebro casi se convertía en una isla, al identificarla con la Insula Barataria, y a los señores de la ínsula con los duques de Villahermosa.

ALCALA DE ABEN ZAIDE

En 1130 ALCALÁ LA REAL tomo el nombre de "Alcalá de Aben Zaide",sufriendo los avatares de la Reconquista. Tras sucesivos cambios de poder queda definitivamente reconquistada el 15 de Agosto de 1341 por "Alfonso XI" otorgándole el titulo de "Real" y los de "Llave, Guarda y Defendimiento de los Reinos de Castilla". Aquí prepararon los REYES CATÓLICOS el asalto a "Boabdil" para la conquista del ultimo Reino árabe:"Granada".

Desde la fortaleza se contempla el maravilloso paisaje de "Sierra Nevada" y sus cumbres. Un conjunto de ATALAYAS que se conservan en buen estado y que datan de los siglos VIII, XII y XV,constituyeron la "red de comunicaciones entre esta ciudad y la Alhambra".


La fusión de culturas es patente en las construcciones del CERRO DE LA MOTA: la ALCAZABA y las MURALLAS ÁRABES,y la IGLESIA MAYOR ABACIAL, en la que trabajo "Diego de Siloe" y que presenta en su interior una soberbia bóveda de nervios sostenida por esbeltas columnas.


El LEGADO RENACENTISTA queda patente en la IGLESIA DE SANTA MARÍA LA MAYOR, edificada en la cumbre de "La Mota",junto a la fortaleza, es gótica de transición al Renacimiento; la IGLESIA DE LA CONSOLACIÓN, con bello claustro; la CAPILLA MAYOR y SACRISTÍA DE ARANDA Y SALAZAR; l a IGLESIA DE SAN JUAN BAUTISTA; el llamado PILAR DE LOS ÁLAMOS es del "Renacimiento granadino",atribuido a "Jacobo Florentino",aunque también hay quien sostiene que es de "Diego de Siloe".

De ESTILO NEOCLÁSICO son el PALACIO ABACIAL, el PALACIO CONSISTORIAL, la IGLESIA DE LAS ANGUSTIAS y la de SAN ANTON (de traza hexagonal en su planta).

Por todo esto y mucho mas, ALCALÁ LA REAL fue declarada CONJUNTO HISTÓRICO ARTÍSTICO por Decreto de 6 de Abril de 1967.



Curiosamente en Alcalá de Guadaíra existen dos calles para un mismo municipio, uno con el nombre moderno,ALCALA LA REAL y otro con el nombre antiguo ALCALA DE ABEN ZAIDE.